Después de muchos días dejando cuentos, hoy os voy a dejar una reflexión que me ha llegado esta mañana por mail…
La llaman la “crisis del cuarto de vida”.
Te empiezas a dar cuenta que tu círculo de amigos es más pequeño que hace unos años.
Te das cuenta de que cada vez es más difícil ver a tus amigos y coordinar horarios por diferentes cuestiones: trabajo, estudios, pareja, etc., y cada vez disfrutas más de esa cervecita que sirve como excusa para charlar un rato.
Las multitudes ya no son “tan divertidas”… a veces hasta te incomodan.
Y extrañas la comodidad del colegio, de los grupos, de socializar con la misma gente de forma constante.
Pero te empiezas a dar cuenta de que mientras algunos eran verdaderos amigos, otros no eran tan especiales después de todo.
Te empiezas a dar cuenta de que algunas personas son egoístas y que, a lo mejor, esos amigos que creías cercanos no son exactamente las mejores personas que has conocido y que la gente con las que has perdido contacto resultan ser amigos de los más importantes para ti.
Ríes con más ganas, pero lloras con menos lágrimas, y con más dolor. Te rompen el corazón y te preguntas cómo esa persona que quisiste tanto te pudo hacer tanto mal.
O quizás te acuestas por las noches y te preguntas por qué no puedes conocer a alguien lo suficientemente interesante como para querer conocerlo mejor.
Parece como si todos los que conoces ya llevan años de novios, y algunos hasta empiezan a casarse. Quizá tú también amas realmente a alguien, pero simplemente no estás seguro si te sientes preparado para comprometerse por el resto de tu vida.
Los ligues y las citas de una noche te empiezan a parecer baratos, y emborracharse y actuar como un idiota empieza a parecerte verdaderamente estúpido.
Salir tres veces por fin de semana resulta agotador y significa mucho dinero para tu pequeño sueldo.
Miras tu trabajo y quizás no estés ni un poco cerca de lo que pensabas que estarías haciendo.
O quizá estés buscando algún trabajo y piensas que tienes que comenzar desde abajo y te da un poco de miedo.
Tratas día a día de empezar a entenderte a ti mismo, sobre lo que quieres y lo que no. Tus opiniones se vuelven más fuertes. Ves lo que los demás están haciendo y te encuentras a ti mismo juzgando un poco más de lo usual porque de repente tienes ciertos lazos en tu vida y añades cosas a tu lista de lo que es aceptable y de lo que no lo es.
A veces te sientes genial e invencible, y otras… te sientes sólo, asustado y confundido.
De repente tratas de aferrarte al pasado, pero te das cuenta de que el pasado cada vez se aleja más y que no hay otra opción que seguir avanzando.
Te preocupas por el futuro, préstamos, dinero… y por hacer una vida para ti. Y mientras ganar la carrera sería grandioso, ahora tan solo quisieras estar compitiendo en ella.
De lo que puede que no te des cuenta es que todos los que estamos leyendo esto nos identificamos con ello. Todos nosotros tenemos “veintitantos” y nos gustaría volver a los 15 algunas veces.
Parece ser un lugar inestable, un camino en tránsito, un desbarajuste en la cabeza… pero TODOS dicen que es la mejor época de nuestras vidas y no tenemos que desaprovecharla por culpa de nuestros miedos.
Dicen que estos tiempos son los cimientos de nuestro futuro.
Parece que fue ayer que teníamos 16… ¿¡Entonces, mañana tendremos 30!? ¿¿¡¡Así de rápido!!??
HAGAMOS VALER NUESTRO TIEMPO… ¡QUE NO SE NOS PASE!
"La vida no se mide por las veces que respiras, sino por aquellos momentos que te dejan sin aliento…"