martes, 30 de diciembre de 2008

¡FELIZ AÑO NUEVO!

Para acabar el año, os dejo una canción de mecano...





En la puerta del sol
como el año que fue
otra vez el champagne y las uvas
y el alquitrán, de alfombra están.
Los petardos que borran sonidos de ayer
y acaloran el animo apara aceptar
que ya paso uno mas.

Y en el reloj de antaño
como de año en año.
Cinco minutos mas para la cuenta atrás.
Hacemos el balance de lo bueno y malo.
Cinco minutos antes de la cuenta atrás.

Marineros, soldados, solteros casados,
amantes, andantes y alguno que otro
cura despistao.
Entre gritos y pitos los españolitos
enormes, bajitos hacemos por una vez,
algo a la vez.

Y en el reloj de antaño
como de año en año.
Cinco minutos mas para la cuenta atrás.
Hacemos el balance de lo bueno y malo.
Cinco minutos antes de la cuenta atrás.

Y aunque para las uvas hay algunos nuevos
a los que ya no están echaremos de menos.
Y a ver si espabilamos los que estamos vivos
y en el año que viene nos reímos
1, 2, 3 y 4 y empieza otra vez
que la quinta es la una
y la sexta es la dos
y así el siete es tres

Y decimos adiós y pedimos a Dios
que en el año que viene
a ver si en vez de un millón
pueden ser dos.

En la puerta del sol
como el año que fue
otra vez el champagne y las uvas
y el alquitrán, de alfombra están


¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS!
…Y espero que en el 2009 se hagan realidad todos vuestros sueños.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

¡¡ FELIZ NAVIDAD !!

Hoy, os dejo una pequeña reflexión sobre la Navidad, en la que en forma de cuentecito se explica un poco el “significado” de ésta….y para los que el cuento no les motive leerlo, os dejo al final una canción de Silvio Rodríguez, en la que también habla un poco de estas fechas…


¡¡FELIZ NAVIDAD A TODOS Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!!

Carta de Jesús:

Como sabrás, nos estamos acercando otra vez a la fecha en que festejan mi nacimiento.
Pero hoy en día, da la impresión de que la mayoría de la gente apenas si sabe por qué motivo se celebra mi cumpleaños.

Por otra parte, me gusta que la gente se reúna y lo pase bien y me alegra sobre todo que los niños se diviertan tanto; pero aún así, creo que la mayor parte no sabe bien de qué se trata. ¿No te parece?

Como lo que sucedió, por ejemplo el año pasado: al llegar el día de mi cumpleaños, hicieron una gran fiesta, pero ¿puedes creer que ni siquiera me invitaron? ¡Imagínate! ¡Yo era el invitado de honor! ¡Pues se olvidaron por completo de mí!

Resulta que habían estado preparándose para las fiestas durante dos meses y cuando llegó el gran día me dejaron al margen. Ya me ha pasado tantísimas veces que lo cierto es que no me sorprendió.

Aunque no me invitaron, se me ocurrió colarme sin hacer ruido. Entré y me quedé en mi rincón, ¿Te imaginas que nadie advirtió siquiera mi presencia, ni se dieron cuenta de que yo estaba allí?
Estaban todos bebiendo, riendo y pasándolo en grande, cuando de pronto se presentó un hombre gordo vestido de rojo y barba blanca postiza, gritando: ¡Jo, jo, jo!

Parecía que había bebido más de la cuenta, pero se las arregló para avanzar a tropezones entre los presentes, mientras todos los felicitaban.

Cuando se sentó en un gran sillón, todos los niños, emocionadísimos, se le acercaron corriendo y diciendo: ¡Santa Claus! ¡Cómo si él hubiese sido el homenajeado y toda la fiesta fuera en su honor!
Aguanté aquella fiesta hasta donde pude, pero al final tuve que irme. Caminando por la calle me sentí solitario y triste. Lo que más me asombra de cómo celebra la mayoría de gente el día de mi cumpleaños es que en vez de hacerme regalos a mí ¡Se obsequian cosas unos a otros! Y para colmo, ¡casi siempre son objetos que ni siquiera les hacen falta!
Te voy a hacer una pregunta: ¿A ti no te parecería extraño que al llegar tu cumpleaños todos tus amigos decidieran celebrarlo haciéndose regalos unos a otros y no te dieran nada a ti? ¡Pues es lo que me pasa a mí cada año!

Una vez alguien me dijo: “Es que tú no eres como los demás, a ti no se te ve nunca; ¿cómo es que te vamos a hacer regalos?” Ya te imaginarás lo que le respondí.

Yo siempre he dicho “Pues regala comida y ropa a los pobres, ayuda a quienes lo necesiten. Ve a visitar a los huérfanos, enfermos y a los que estén en prisión”.

Le dije: “Escucha bien, todo lo que regales a tus semejantes para aliviar su necesidad, ¡Lo contaré como si me lo hubieras dado a mi personalmente!” (Mateo 25, 34-40)

Y pensar todo el bien y felicidad que podrían llevar a las colonias marginadas, a los orfanatos, asilos, penales o familiares de los presos.
Me agradaría nacer todos los días en el corazón de mis amigos y que me permitieran morar ahí para ayudarles cada día en todas las dificultades, para que puedan palpar el gran amor que siento por todos. Por eso lo que pido es que me dejes entrar en tu corazón. Confía en mí abandónate en mí. Este será el mejor regalo que me puedas dar. GRACIAS



CANCIÓN DE NAVIDAD (Silvio Rodríguez)




El fin de año huele a compras,
enhorabuenas y postales
con votos de renovación;
y yo que sé del otro mundo
que pide vida en los portales,
me doy a hacer una canción.

La gente luce estar de acuerdo,
maravillosamente todo
parece afín al celebrar.
Unos festejan sus millones,
otros la camisita limpia
y hay quien no sabe qué es brindar.

Mi canción no es del cielo,
las estrellas, la luna,
porque a ti te la entrego,
que no tienes ninguna.

Mi canción no es tan sólo
de quien pueda escucharla,
porque a veces el sordo
lleva más para amarla.

Tener no es signo de malvado
y no tener tampoco es prueba
de que acompañe la virtud;
pero el que nace bien parado,
en procurarse lo que anhela
no tiene que invertir salud.

Por eso canto a quien no escucha,
a quien no dejan escucharme,
a quien ya nunca me escuchó:
al que su cotidiana lucha
me da razones para amarle:
a aquel que nadie le cantó.

martes, 16 de diciembre de 2008

¿Somos solidarios?

Ayer por la noche, en el programa de la sexta “CQC”, hicieron un reportaje sobre lo solidaria que es la gente.

Para los que no lo visteis os lo dejo aquí (a partir del minuto 2:22)
Ya me diréis que os parece...


viernes, 12 de diciembre de 2008

Darse cuenta

Me levanto por la mañana. Salgo de mi casa. Hay un socavón en la acera. No lo veo y me caigo en él.

Al día siguiente salgo de mi casa, me olvido de que hay un socavón en la acera, y me vuelvo a caer en él.

Al tercer día salgo de mi casa tratando de acordarme que hay un socavón en la acera. Sin embargo, no lo recuerdo y caigo en él.

Al cuarto día salgo de mi casa tratando de acordarme del socavón en la acera. Lo recuerdo y, a pesar de eso, no veo el pozo y caigo en él.

Al quinto día salgo de mi casa. Recuerdo que tengo que tener presente el socavón en la acera y camino mirando al suelo. Y lo veo y, a pesar de verlo, caigo en él.

Al sexto día salgo de mi casa. Recuerdo el socavón en la acera. Voy buscándolo con la mirada. Lo veo, intento saltarlo, pero caigo en él.

Al séptimo día salgo de mi casa. Veo el socavón. Tomo carrerilla, salto, rozo con la punta de mis pies el borde del otro lado, pero no es suficiente y caigo en él.

Al octavo día, salgo de mi casa, veo el socavón, tomo carrerilla, salto ¡llego al otro lado!. Me siento orgulloso de haberlo conseguido que lo celebro dando saltos de alegría....Y, al hacerlo, caigo otra vez en el pozo.

Al noveno día, salgo de casa, veo el socavón, tomo carrerilla, lo salto y sigo mi camino.

Al décimo día, justo hoy, me doy cuenta de que es más cómodo caminar......por la acera de enfrente.


Jorge Bucay
“Cuentos para pensar”·

jueves, 4 de diciembre de 2008

Violencia de género: "Carta a un maltratador"

Hoy, os dejo un relato escrito por una estudiante de 2º de bachiller de Badajoz, que ha ganado el primer premio del concurso Nacional “Cartas para un maltratador” convocado por la asociación “Juntos contra la violencia doméstica”...


Para ti, cabrón: porque lo eres, porque la has humillado, porque la has menospreciado, porque la has golpeado, abofeteado, escupido, insultado… porque la has maltratado. ¿Por qué la maltratas? Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, bayetas, verduras… Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu ‘método de disciplina’ intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable. ¿De qué se queja?

Te lo diré: se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, sucia, inferior, torpe… La acobardas, la empujas, le das patadas…, patadas que yo también sufría. Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras. No había dormido en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieras y te apeteciera follarla (hacer el amor dirías) o darle una paliza con la que solías esconder la impotencia de tu borrachera. Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas. Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado tu ropa. De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces. Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos. En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba que en parte era culpa suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera cómo eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos… Pero desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.

Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostaras, estarías cansado. Pero tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieres. La forzaste, le agarraste las muñecas, la empujaste y la empotraste contra la pared. Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no, no lo permitas. De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no! -dijo para adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque ella jamás se había negado a nada.
Me puse contento antes de tiempo.

Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla. Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez…

Y sucedió.

Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra sus paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir. Salía la sangre y yo me debilitaba. Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco de sangre.

Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá. Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí.
Y ahora me dirijo a ti. Esta carta es para ti, cabrón: por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo. También por mí, que sólo fui un feto a quien negaste el derecho a la vida.
Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue. Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y dejó que la justicia decidiera tu destino. Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre ni llamarte papá. Ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mío porque en el barrio todos sabían que tú eres un maltratador. Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña. Un cabrón.


Después de leer esta carta, os dejo también una canción de Reincidentes….¡SIN PALABRAS!




Las diez menos cuarto en el reloj
La noche abre su puerta en tu cabeza
En la tele un culebrón, la comida en el salón
Esperando una sonrisa, un te quiero, una caricia


Las llaves tornan gris tu habitación
Entrando con el odio tras sus ojos
Ya no tienes su calor, el alcohol es su sabor
Empezando con reproches, los insultos, el desprecio


Y ahora no tienes nada que decir
Ya no se si soy mujer o soy una mierda
Sumida en la sinrazón, despojada del valor
Víctima de su miedo, del fracaso, de sus celos


Ay! Dolores, los palos en tu espalda
La tortura en tu mente
Ay! Dolores, con el silencio de la sociedad


Lunes, martes, miércoles, y otra vez
La vida se te escapa entre tus dedos
Hundida en el qué se yo, destrozada en el sillón
Con la cara hinchada por algo más que la tristeza


Pero ya es la hora de que todo vaya bien
Volar sin alas, sentir que ya eres libre
Soñar con el príncipe azul, gozar de lo que eres tú
Rompiendo las cadenas con que la sociedad te atrapa


Por fin esta historia ya terminó
Dolores cambió su nombre por libertad
Escapando del cabrón que tu vida destrozó
Porque la vida es sólo un cuento que hay que vivir en el momento


Ay! Dolores, los palos en tu espalda
La tortura en tu mente
Ay! Dolores, con el silencio de la sociedad
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