martes, 30 de diciembre de 2008

¡FELIZ AÑO NUEVO!

Para acabar el año, os dejo una canción de mecano...





En la puerta del sol
como el año que fue
otra vez el champagne y las uvas
y el alquitrán, de alfombra están.
Los petardos que borran sonidos de ayer
y acaloran el animo apara aceptar
que ya paso uno mas.

Y en el reloj de antaño
como de año en año.
Cinco minutos mas para la cuenta atrás.
Hacemos el balance de lo bueno y malo.
Cinco minutos antes de la cuenta atrás.

Marineros, soldados, solteros casados,
amantes, andantes y alguno que otro
cura despistao.
Entre gritos y pitos los españolitos
enormes, bajitos hacemos por una vez,
algo a la vez.

Y en el reloj de antaño
como de año en año.
Cinco minutos mas para la cuenta atrás.
Hacemos el balance de lo bueno y malo.
Cinco minutos antes de la cuenta atrás.

Y aunque para las uvas hay algunos nuevos
a los que ya no están echaremos de menos.
Y a ver si espabilamos los que estamos vivos
y en el año que viene nos reímos
1, 2, 3 y 4 y empieza otra vez
que la quinta es la una
y la sexta es la dos
y así el siete es tres

Y decimos adiós y pedimos a Dios
que en el año que viene
a ver si en vez de un millón
pueden ser dos.

En la puerta del sol
como el año que fue
otra vez el champagne y las uvas
y el alquitrán, de alfombra están


¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS!
…Y espero que en el 2009 se hagan realidad todos vuestros sueños.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

¡¡ FELIZ NAVIDAD !!

Hoy, os dejo una pequeña reflexión sobre la Navidad, en la que en forma de cuentecito se explica un poco el “significado” de ésta….y para los que el cuento no les motive leerlo, os dejo al final una canción de Silvio Rodríguez, en la que también habla un poco de estas fechas…


¡¡FELIZ NAVIDAD A TODOS Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!!

Carta de Jesús:

Como sabrás, nos estamos acercando otra vez a la fecha en que festejan mi nacimiento.
Pero hoy en día, da la impresión de que la mayoría de la gente apenas si sabe por qué motivo se celebra mi cumpleaños.

Por otra parte, me gusta que la gente se reúna y lo pase bien y me alegra sobre todo que los niños se diviertan tanto; pero aún así, creo que la mayor parte no sabe bien de qué se trata. ¿No te parece?

Como lo que sucedió, por ejemplo el año pasado: al llegar el día de mi cumpleaños, hicieron una gran fiesta, pero ¿puedes creer que ni siquiera me invitaron? ¡Imagínate! ¡Yo era el invitado de honor! ¡Pues se olvidaron por completo de mí!

Resulta que habían estado preparándose para las fiestas durante dos meses y cuando llegó el gran día me dejaron al margen. Ya me ha pasado tantísimas veces que lo cierto es que no me sorprendió.

Aunque no me invitaron, se me ocurrió colarme sin hacer ruido. Entré y me quedé en mi rincón, ¿Te imaginas que nadie advirtió siquiera mi presencia, ni se dieron cuenta de que yo estaba allí?
Estaban todos bebiendo, riendo y pasándolo en grande, cuando de pronto se presentó un hombre gordo vestido de rojo y barba blanca postiza, gritando: ¡Jo, jo, jo!

Parecía que había bebido más de la cuenta, pero se las arregló para avanzar a tropezones entre los presentes, mientras todos los felicitaban.

Cuando se sentó en un gran sillón, todos los niños, emocionadísimos, se le acercaron corriendo y diciendo: ¡Santa Claus! ¡Cómo si él hubiese sido el homenajeado y toda la fiesta fuera en su honor!
Aguanté aquella fiesta hasta donde pude, pero al final tuve que irme. Caminando por la calle me sentí solitario y triste. Lo que más me asombra de cómo celebra la mayoría de gente el día de mi cumpleaños es que en vez de hacerme regalos a mí ¡Se obsequian cosas unos a otros! Y para colmo, ¡casi siempre son objetos que ni siquiera les hacen falta!
Te voy a hacer una pregunta: ¿A ti no te parecería extraño que al llegar tu cumpleaños todos tus amigos decidieran celebrarlo haciéndose regalos unos a otros y no te dieran nada a ti? ¡Pues es lo que me pasa a mí cada año!

Una vez alguien me dijo: “Es que tú no eres como los demás, a ti no se te ve nunca; ¿cómo es que te vamos a hacer regalos?” Ya te imaginarás lo que le respondí.

Yo siempre he dicho “Pues regala comida y ropa a los pobres, ayuda a quienes lo necesiten. Ve a visitar a los huérfanos, enfermos y a los que estén en prisión”.

Le dije: “Escucha bien, todo lo que regales a tus semejantes para aliviar su necesidad, ¡Lo contaré como si me lo hubieras dado a mi personalmente!” (Mateo 25, 34-40)

Y pensar todo el bien y felicidad que podrían llevar a las colonias marginadas, a los orfanatos, asilos, penales o familiares de los presos.
Me agradaría nacer todos los días en el corazón de mis amigos y que me permitieran morar ahí para ayudarles cada día en todas las dificultades, para que puedan palpar el gran amor que siento por todos. Por eso lo que pido es que me dejes entrar en tu corazón. Confía en mí abandónate en mí. Este será el mejor regalo que me puedas dar. GRACIAS



CANCIÓN DE NAVIDAD (Silvio Rodríguez)




El fin de año huele a compras,
enhorabuenas y postales
con votos de renovación;
y yo que sé del otro mundo
que pide vida en los portales,
me doy a hacer una canción.

La gente luce estar de acuerdo,
maravillosamente todo
parece afín al celebrar.
Unos festejan sus millones,
otros la camisita limpia
y hay quien no sabe qué es brindar.

Mi canción no es del cielo,
las estrellas, la luna,
porque a ti te la entrego,
que no tienes ninguna.

Mi canción no es tan sólo
de quien pueda escucharla,
porque a veces el sordo
lleva más para amarla.

Tener no es signo de malvado
y no tener tampoco es prueba
de que acompañe la virtud;
pero el que nace bien parado,
en procurarse lo que anhela
no tiene que invertir salud.

Por eso canto a quien no escucha,
a quien no dejan escucharme,
a quien ya nunca me escuchó:
al que su cotidiana lucha
me da razones para amarle:
a aquel que nadie le cantó.

martes, 16 de diciembre de 2008

¿Somos solidarios?

Ayer por la noche, en el programa de la sexta “CQC”, hicieron un reportaje sobre lo solidaria que es la gente.

Para los que no lo visteis os lo dejo aquí (a partir del minuto 2:22)
Ya me diréis que os parece...


viernes, 12 de diciembre de 2008

Darse cuenta

Me levanto por la mañana. Salgo de mi casa. Hay un socavón en la acera. No lo veo y me caigo en él.

Al día siguiente salgo de mi casa, me olvido de que hay un socavón en la acera, y me vuelvo a caer en él.

Al tercer día salgo de mi casa tratando de acordarme que hay un socavón en la acera. Sin embargo, no lo recuerdo y caigo en él.

Al cuarto día salgo de mi casa tratando de acordarme del socavón en la acera. Lo recuerdo y, a pesar de eso, no veo el pozo y caigo en él.

Al quinto día salgo de mi casa. Recuerdo que tengo que tener presente el socavón en la acera y camino mirando al suelo. Y lo veo y, a pesar de verlo, caigo en él.

Al sexto día salgo de mi casa. Recuerdo el socavón en la acera. Voy buscándolo con la mirada. Lo veo, intento saltarlo, pero caigo en él.

Al séptimo día salgo de mi casa. Veo el socavón. Tomo carrerilla, salto, rozo con la punta de mis pies el borde del otro lado, pero no es suficiente y caigo en él.

Al octavo día, salgo de mi casa, veo el socavón, tomo carrerilla, salto ¡llego al otro lado!. Me siento orgulloso de haberlo conseguido que lo celebro dando saltos de alegría....Y, al hacerlo, caigo otra vez en el pozo.

Al noveno día, salgo de casa, veo el socavón, tomo carrerilla, lo salto y sigo mi camino.

Al décimo día, justo hoy, me doy cuenta de que es más cómodo caminar......por la acera de enfrente.


Jorge Bucay
“Cuentos para pensar”·

jueves, 4 de diciembre de 2008

Violencia de género: "Carta a un maltratador"

Hoy, os dejo un relato escrito por una estudiante de 2º de bachiller de Badajoz, que ha ganado el primer premio del concurso Nacional “Cartas para un maltratador” convocado por la asociación “Juntos contra la violencia doméstica”...


Para ti, cabrón: porque lo eres, porque la has humillado, porque la has menospreciado, porque la has golpeado, abofeteado, escupido, insultado… porque la has maltratado. ¿Por qué la maltratas? Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, bayetas, verduras… Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu ‘método de disciplina’ intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable. ¿De qué se queja?

Te lo diré: se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, sucia, inferior, torpe… La acobardas, la empujas, le das patadas…, patadas que yo también sufría. Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras. No había dormido en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieras y te apeteciera follarla (hacer el amor dirías) o darle una paliza con la que solías esconder la impotencia de tu borrachera. Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas. Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado tu ropa. De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces. Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos. En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba que en parte era culpa suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera cómo eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos… Pero desafortunadamente, no conseguí hacerme entender.

Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostaras, estarías cansado. Pero tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieres. La forzaste, le agarraste las muñecas, la empujaste y la empotraste contra la pared. Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no, no lo permitas. De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no! -dijo para adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque ella jamás se había negado a nada.
Me puse contento antes de tiempo.

Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla. Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez…

Y sucedió.

Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra sus paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir. Salía la sangre y yo me debilitaba. Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco de sangre.

Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá. Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí.
Y ahora me dirijo a ti. Esta carta es para ti, cabrón: por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo. También por mí, que sólo fui un feto a quien negaste el derecho a la vida.
Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue. Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y dejó que la justicia decidiera tu destino. Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre ni llamarte papá. Ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mío porque en el barrio todos sabían que tú eres un maltratador. Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña. Un cabrón.


Después de leer esta carta, os dejo también una canción de Reincidentes….¡SIN PALABRAS!




Las diez menos cuarto en el reloj
La noche abre su puerta en tu cabeza
En la tele un culebrón, la comida en el salón
Esperando una sonrisa, un te quiero, una caricia


Las llaves tornan gris tu habitación
Entrando con el odio tras sus ojos
Ya no tienes su calor, el alcohol es su sabor
Empezando con reproches, los insultos, el desprecio


Y ahora no tienes nada que decir
Ya no se si soy mujer o soy una mierda
Sumida en la sinrazón, despojada del valor
Víctima de su miedo, del fracaso, de sus celos


Ay! Dolores, los palos en tu espalda
La tortura en tu mente
Ay! Dolores, con el silencio de la sociedad


Lunes, martes, miércoles, y otra vez
La vida se te escapa entre tus dedos
Hundida en el qué se yo, destrozada en el sillón
Con la cara hinchada por algo más que la tristeza


Pero ya es la hora de que todo vaya bien
Volar sin alas, sentir que ya eres libre
Soñar con el príncipe azul, gozar de lo que eres tú
Rompiendo las cadenas con que la sociedad te atrapa


Por fin esta historia ya terminó
Dolores cambió su nombre por libertad
Escapando del cabrón que tu vida destrozó
Porque la vida es sólo un cuento que hay que vivir en el momento


Ay! Dolores, los palos en tu espalda
La tortura en tu mente
Ay! Dolores, con el silencio de la sociedad

domingo, 30 de noviembre de 2008

Aquel invierno

Recuerdo que un invierno mi padre necesitaba leña, así que buscó un árbol muerto y lo cortó. Pero luego, en la primavera, vio desolado que al tronco marchito de ese árbol le brotaron renuevos.

Mi padre dijo: "Estaba yo seguro de que ese árbol estaba muerto. Había perdido todas las hojas en el invierno. Hacía tanto frío, que las ramas se quebraban y caían como si no le quedara al viejo tronco ni una pizca de vida; pero ahora advierto que aún alentaba la vida en aquel tronco".

Y volviéndose hacia mí, me aconsejó: "Nunca olvides esta importante lección. Jamás cortes un árbol en invierno. Jamás tomes una decisión negativa en tiempo adverso. Nunca tomes las más importantes decisiones cuando estés en tu peor estado de ánimo. Espera. Sé paciente. La tormenta pasará. Recuerda que la primavera volverá".


(Robert Schuller)

jueves, 27 de noviembre de 2008

Cómo nace un paradigma...

Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de bananas. Cuando un mono subía la escalera para agarrar las bananas, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo.

Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo agarraban a palos.
Pasado algún tiempo más, ningún mono subía la escalera, a pesar de la tentación de las bananas. Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos.

La primera cosa que hizo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes le pegaron. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera.
Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato.

Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho.

El cuarto y, finalmente el último de los veteranos, fue sustituido.

Los científicos quedaron, entonces, con un grupo de cinco monos que, aún cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las bananas.

Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien intentase subir la escalera, con certeza la respuesta sería:

"No sé, las cosas siempre se han hecho así, aquí..."


¿Te resulta conocido?

lunes, 24 de noviembre de 2008

Una parábola sobre la amistad y las malas influencias...

Un gusano y un escarabajo eran amigos y se pasaban charlando largas horas. El escarabajo estaba consciente de que su amigo el gusano era muy limitado en movilidad, tenia visión muy restringida y era muy tranquilo y pasivo comparado con los escarabajos.

El gusano, por su parte, estaba muy consciente de que su amigo el escarabajo venia de otro ambiente, y de que, en comparación con los gusanos de su especie, comía cosas desagradables, era muy acelerado, tenia una imagen grotesca y hablaba con mucha rapidez.

Un día, la compañera de vida del escarabajo le cuestiono a este su amistad con el gusano, preguntándole como era posible que caminara tanto para ir al encuentro de un ser tan inferior, un ser tan limitado en sus movimientos? y por que seguía siendo amigo de alguien que ni siquiera le devolvía los saludos efusivos que el escarabajo le hacia desde lejos.

Pero el escarabajo estaba consciente de que, debido a lo limitado de su visión, el gusano muchas veces ni siquiera veía que alguien lo saludaba y, si acaso llegaba a notarlo, no distinguía si era o no el escarabajo, y por ello no contestaba el saludo.

Sin embargo, el escarabajo callo para no discutir con su compañera. Fue tanta la insistencia de la escarabaja y tantos sus argumentos cuestionando la amistad que su compañero mantenía con el gusano que el escarabajo decidió poner a prueba esa amistad alejándose del gusano para esperar a que este lo buscara.

Paso el tiempo, y un día llego la noticia de que el gusano estaba muriendo, pues su organismo se había resentido por los esfuerzos que cada día hacia para ir a ver a su amigo el escarabajo y, como no lo conseguía durante toda una jornada diurna, el gusano tenia que devolverse sobre sus pasos para pasar la noche en el refugio de su propia casa.

Al saber esto, el escarabajo, sin preguntar a su compañera, decidió ir a ver al gusano.

En el camino se cruzo con varios insectos que le contaron de las diarias e infructuosas peripecias del gusano para ir a ver a su amigo el escarabajo y averiguar que le había pasado.

Le contaron de como se exponía día a día para ir a buscarlo, pasando cerca del nido de los pájaros. De como sobrevivió al ataque de las hormigas y así sucesivamente.

Llego el escarabajo hasta el árbol donde yacía el gusano esperando ya el momento final.

Y al verlo a su lado, el gusano, apenas con un hilo de vida, le dijo al escarabajo cuanto le alegraba ver que se encontrara bien.

Sonrió por ultima vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le había pasado a este.

El escarabajo sintió vergüenza por haber permitido que las opiniones de otros minaran su amistad con el gusano y sintió dolor por haber perdido las muchas horas de regocijo que las pláticas con su amigo le proporcionaban y, sobre todo, por haberle puesto en una situación que le causo la muerte.

Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan distinto de lo que el era, era su amigo, a quien respetaba y quería porque, a pesar de pertenecer a otra especie, le había ofrecido su amistad.

Y así el escarabajo aprendió varias lecciones ese día:

Primera: La amistad esta en ti y no en los demás. Si la cultivas en tu propio ser, encontraras el gozo del amigo.

Segunda: El tiempo no condiciona las amistades. Tampoco lo hacen las razas ni las limitantes propias o las ajenas.

Tercera: El tiempo y la distancia no son los factores que destruyen una amistad. La destruyen las dudas y nuestros temores.

Cuarta: Cuando pierdes un amigo, una parte de ti se va con el. Las frases, los gestos, los temores, las alegrías, las ilusiones. Todo lo que ambos compartieron en el tiempo, se va con el.

El escarabajo murió poco después. Nunca se le escucho quejarse de quien mal lo aconsejó, pues fue decisión suya el prestar oídos a las criticas sobre su amigo.



Si tienes un amigo no pongas en tela de juicio lo que el es, pues sembrando dudas cosecharas temores. No te fijes demasiado en como habla, cuanto tiene, que come o que hace, pues con ello estarás echando en saco roto tu confianza. Reconoce la riqueza de quien es diferente a ti y, aun así, esta dispuesto a compartir contigo sus ideales y temores.

domingo, 16 de noviembre de 2008

El animal más temido

En cierta ocasión, un zorro fue atrapado por un tigre descomunal, feroz.... y un poco tonto.
Sometido por las poderosas garras del felino, el pobre animal juntó energía para decir con firmeza: "cuidado con lo que vas a hacerme. Soy el más temido entre los animales, a mi paso todos se alejan pavoridos, ninguno se anima a mirarme a los ojos".

Y agregó: "¡Puedo demostrarlo si lo deseas!"

El poderosos tigre escuchó la advertencia con asombro, cedió la presión de sus brazos y liberó a su presa: "Me gustaría ver el miedo que inspiras entre la familia; pero te advierto que si no es como dices, te destrozaré sin chácara ni piedad" replicó, majestuosa, la fiera devastadora.

El zorro se recompuso y dijo: “Ahora mismo te mostraré mi influencia social. Salgamos a caminar por la selva y la campiña. Ven conmigo, te impresionarás de la forma en que me temen.”

Y así fue, tal como el zorro había advertido. A su paso, todos los animales escapaban con pánico.

El tigre observaba sorprendido la influencia de su acompañante, y desde su limitada comprensión murmuraba: "¿Cuál será el secreto de su prestigio?"

En realidad, el poder radica en la capacidad imaginativa, en el ejercicio de la inteligencia y en la confianza de uno mismo.

El zorro estaba seguro del valor de su acompañante; el tigre, en cambio, lerdo, no llegaba a captar sus propios méritos.

Es conveniente conocer en la vida quien nos acompaña, aún cuando caminemos solos. Y también valorar la calidad original de nuestras propias pisadas.


E. Mariscal

lunes, 10 de noviembre de 2008

Charcos


Un día dos monjes caminaban por una carretera de campo, mientras llovía torrencialmente.

En una curva del camino vieron a un cierto punto a una muchacha, joven y bella, que dudaba para pasar un gran charco.

“Yo te ayudo, muchacha”, dijo uno de los monjes y, sin dudar, la tomó entre sus brazos y la dejó al otro lado del pantano.

El otro monje no dijo nada.

Emprendieron el camino hasta que por la tarde llegaron a un templo a rezar.

Terminada la oración, por fin desembuchó:

“Hermano, tú sabes bien que nosotros los monjes no debemos tener familiaridad con mujeres; y sobre todo con aquellas jóvenes y hermosas. ¿Por qué, pues, lo has hecho?

El otro respondió:

“Yo he dejado a aquella muchacha allá lejos. ¿No te das cuenta de que tú todavía la llevas contigo?”


Historia china

jueves, 6 de noviembre de 2008

Canas y disgustos

A veces los chicos son imprevisibles. Parten hacia la escuela con un malhumor que nadie los aguanta. Y para cuando vuelven, ya se han olvidado de todo lo que les preocupa, y regresan cantando y jugueteando.

Así le pasó a esta niña, que estaba en los primeros años de la primaria. Su madre tuvo bastante trabajo para poder despertarla, arreglarla y llevarla a la escuela, distante trescientos metros de la casa. Durante toda la mañana se quedó preocupada por lo que le estaría pasando a su hija, quien últimamente le traía bastantes dolores de cabeza.

La chica, en cambio, se olvidó pronto de sus problemas. Y para cuando terminó el horario de clases, regreso a la casa, alegre y dicharachera. Tiró el guardapolvo y la cartera sobre la cama, y se dirigió hacia donde se encontraba su mamá. Esta la recibió de acuerdo con sus cavilaciones que aún la mantenían preocupada. Pero la niña estaba decidida a seguir adelante, sin darle importancia a la actitud materna. Se le acercó, y abrazándola por sobre el hombre, le besó cariñosamente. Se sorprendió un poco de que su mamá no le preguntara nada, como lo hacía normalmente respecto a lo que había visto en la escuela. Y para romper el hielo, inventó un diálogo:

-¡Mamá! Tienes unos pelitos blancos en la cabeza.

Había tocado un punto delicado en toda mujer que ya dobló la curva de los treinta y tres. La madre que no podía negar la evidencia, decidió desviar la atención, aprovechando el descubrimiento de su hija para moralizar la situación:

-Sí, querida. Eso que llamas pelitos blancos son canas ¿entiendes bien? Canas. Las canas salen a las mamás por los disgustos que les causan sus hijos.

-¡Uf!- respondió la pequeña, como quien hace un descubrimiento-. ¡La cantidad de disgustos que le habrás dado a la abuela, entonces!

La madre no tuvo mas remedio que reírse y pasó a preguntarle qué tal le había ido esa mañana en la escuela.


“Cuentos desde la cruz del sur”
Mamerto Menapace

lunes, 3 de noviembre de 2008

Los zapatos incómodos

Un hombre entró en una zapatería, y un amable vendedor se le acercó:

-¿En qué puedo servirle, señor?
- Quisiera un par de zapatos negros como los del escaparate.
-¡Cómo no, señor! Veamos: el número que busca debe de ser... el cuarenta y uno, ¿verdad?
-No. Quiero un treinta y nueve, por favor.
-Disculpe, señor. Hace veinte años que trabajo en esto, y su número debe de ser un cuarenta y uno. Quizás un cuarenta, pero un no un treinta y nueve.
-Un treinta y nueve, por favor.
-Disculpe, ¿me permite que le mida el pie?
-Mida lo que quiera, pero yo quiero un par de zapatos del treinta y nueve.

El vendedor saca del cajón ese extraño aparato que usan los vendedores de zapatos para medir pies y, con satisfacción, proclama:

-¿Lo ve? lo que yo decía: ¡un cuarenta y uno!
-Dígame: ¿quién va a pagar los zapatos, usted o yo?
-Usted.
-Pues bien, entonces, ¿quiere traerme un treinta y nueve?

El vendedor, entre resignado y sorprendido, va a buscar un par de zapatos del número treinta y nueve. Por el camino se da cuenta de lo que ocurre. Los zapatos no son para el hombre, sino que seguramente so para hacer un regalo.

-Señor, aquí los tiene: del treinta y nueve, y negros.
-¿Me da un calzador?
-¿Se los va a poner?
-Sí claro.
-¿son para usted?
-¡Si! ¿Me trae un calzador?

El calzador es imprescindible para conseguir que ese pie entre en ese zapato. Después de varios intentos y de ridículas posturas, el cliente consigue meter todo el pie dentro del zapato.

Entre “ayes” y gruñidos, camina algunos pasos sobre la alfombra con creciente dificultad.

-Está bien. Me los llevo.

Al vendedor le duele sus propios pies sólo de imaginar los dedos del cliente aplastados dentro de los zapatos del treinta y nueve.

-¿Se los envuelvo?
-No gracias, me los llevo puestos.

El cliente sale de la tienda y camina, como puede, las tres manzanas que le separan de su trabajo. Trabaja como cajero en un banco.

A las cuatro de la tarde, después de haber pasado más de seis horas de pie con esos zapatos, su cara está desencajada, tiene los ojos enrojecidos, y las lágrimas caen copiosamente de sus ojos.

Su compañero de la caja de al lado lo ha estado observando toda la tarde y está preocupado por él.

-¿Qué te pasa? ¿Te encuentras mal?
-No, son los zapatos.
-¿Qué les pasa a los zapatos?
-Me aprietan.
-¿Qué les ha pasado, se han mojado?
-No son dos números más pequeños que mi pie.
-¿De quien son?
-Míos.
-No lo entiendo. ¿No te duelen los pies?
-Me están matando los pies.
-¿Y entonces...?
-Te explico, yo no vivo una vida de grandes satisfacciones, en realidad en los últimos tiempos tengo muy pocos momentos agradables.
-¿Y...?
-Me estoy matando con estos zapatos, sufro terriblemente, es cierto... pero, dentro de unas horas, cuando llegue a mi casa y me los quite, ¿imagínate el placer que sentiré? ¡Qué placer! ¡Me muero de ganas de experimentar esa gozada!


"Regálame la salud de un cuento"
José Carlos Bermejo

jueves, 30 de octubre de 2008

¿Cómo crecer?


Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo.

El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la
Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.

La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una fresa, floreciendo y más fresca que nunca.

El rey preguntó:
-¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?
-No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresas. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresa de la mejor manera que pueda".

Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mírate… No hay posibilidad de que seas otra persona. Puedes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor, o puedes marchitarte en tu propia condena...


Jorge Bucay

martes, 28 de octubre de 2008

Picador de piedra

Cuenta la leyenda que un humilde picador de piedra vivía resignado en su pobreza, aunque siempre anhelaba con deseo convertirse en un hombre rico y poderoso. Un buen día expresó en voz alta su deseo y cuál fue su sorpresa cuando vio que éste se había hecho realidad: se había convertido en un rico mercader.

Esto le hizo muy feliz hasta el día que conoció a un hombre aún más rico y poderoso que él. Entonces pidió de nuevo ser así y su deseo le fue también concedido. Al poco tiempo se cercioró de que debido a su condición se había creado muchos enemigos y sintió miedo.

Cuando vio cómo un feroz samurai resolvía las divergencias con sus enemigos, pensó que el manejo magistral de un arte de combate le garantizaría la paz y la indestructibilidad. Así que quiso convertirse en un respetado samurai y así fue.

Sin embargo, aún siendo un temido guerrero, sus enemigos habían aumentado en número y peligrosidad. Un día se sorprendió mirando al sol desde la seguridad de la ventana de su casa y pensó: "él si que es superior, ya que nadie puede hacerle daño y siempre está por encima de todas las cosas. ¡Quiero ser el sol!".

Cuando logró su propósito, tuvo la mala suerte de que una nube se interpuso en su camino entorpeciendo su visión y pensó que la nube era realmente poderosa y así era como realmente le gustaría ser.

Así, se convirtió en nube, pero al ver cómo el viento le arrastraba con su fuerza, la desilusión fue insoportable. Entonces decidió que quería ser viento. Cuando fue viento, observó que aunque soplaba con gran fuerza a una roca, ésta no se movía y pensó: ¡ella sí que es realmente fuerte: quiero ser una roca ! Al convertirse en roca se sintió invencible porque creía que no existía nada más fuerte que él en todo el universo.

Pero cuál fue su sorpresa al ver que apareció un picador de piedra que tallaba la roca y empezaba a darle la forma que quería pese a su contraria voluntad. Esto le hizo reflexionar y le llevó a pensar que, en definitiva, su condición inicial no era tan mala y que deseaba de nuevo volver a ser el picador de piedra que era en un principio.

miércoles, 22 de octubre de 2008

"Lección magistral"

Hoy, os dejo un video sobre una intervención de Emilio Calatayud, en la V Tertulia del Consejo Escolar organizada por la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid y que tiene como título “Familia y Escuela ante la Prevención de Conductas de Riesgo”.

Para quien no lo sepa, Emilio Calatayud, es un juez de menores de Granada, conocido por sus sentencias ejemplares, como por ejemplo:

- Una condena a 100 horas de clases de informática a un joven que había crackeado varias empresas granadinas provocando daños por 2000 euros.

- 100 horas de servicio a la comunidad patrullando junto a un policía local por haber conducido temerariamente y sin permiso.

- 50 horas dibujando un cómicde 15 páginas, en el cuenta la causa por la que le condenaban.

En este video se habla de la educación que se les da a los menores actualmente y de cómo “estamos perdiendo el norte”.

Os aconsejo que lo veáis, porqué no tiene desperdicio.



martes, 21 de octubre de 2008

Rebelión

Y, de pronto, el timbre sonó.

- ¿Estás ahí? -escuché-. ¡Es la hora!
- Ya es tarde. Abre la puerta.

Estaba harto.

Pensé en agarrar el martillo y hacerlo...
Con un poco de suerte podría, de un sólo golpe, terminar con el incesante martirio.

Sería maravilloso.
No más controles...
No más urgencias...
¡No más cárcel!

Tarde o temprano todos se enterarían de lo que hice...
Tarde o temprano alguien se animaría a imitarme...
Y después, quizás otro...
Y otro...
Y muchos otros ganarían coraje.

Una reacción en cadena que permitiría terminar para siempre con la opresión.
Deshacernos definitivamente de ellos.
Deshacernos de ellos en todas sus formas...

Pronto me di cuenta de que mi sueño era imposible.
Nuestra esclavitud parece ser, a la vez, nuestra única posibilidad...
Nosotros hemos creado a nuestros carceleros,
y, ahora, sin ellos, la sociedad no existiría.

Es necesario que lo admita...

¡Ya no sabríamos vivir sin relojes!


Jorge Bucay
(Cuentos para pensar)

jueves, 16 de octubre de 2008

Aceptarse

Un anciano, que tenía un grave problema de miopía, se consideraba un experto en evaluación de arte. Un día visitó un museo con algunos amigos. Se le olvidaron las gafas en su casa y no podía ver los cuadros con claridad, pero eso no lo detuvo para defender sus controvertidas opiniones. Tan pronto entraron en la sala, comenzó a criticar las diferentes pinturas.

Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo. Con aire de superioridad dijo:

- El marco es completamente inadecuado para el cuadro. El hombre está vestido en una forma muy ordinaria y andrajosa. En realidad, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su retrato. Es una falta de respeto.

El anciano siguió su parloteo sin parar hasta que su esposa logró llegar hasta él entre la multitud y lo apartó discretamente para decirle en voz baja: "Querido, estás mirando un espejo".


“Nuestras propias faltas, las cuales tardamos en reconocer y admitir, parecen muy grandes cuando las vemos en los demás. Debemos mirarnos en el espejo más a menudo, observar bien para detectarlas y tener el valor de corregirlas.”

viernes, 10 de octubre de 2008

La ciudad de los pozos

Aquella ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta.

Aquella ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes... Pero pozos al fin.

Los pozos se diferenciaban entre sí, no sólo por el lugar en el que estaban excavados, sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el exterior).

Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y otros más pobres, con simples aguj
eros pelados que se abrían en la tierra.

La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias corrían rápidamente de punta a punta del poblado.

Un día, llegó a la ciudad una "moda" que seguramente había nacido en algún pueblecito humano.

La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se preciara debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no era lo superficial sino el contenido.

Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas.

Algunos se llenaban de joyas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más optaron por el arte, fueron llenándose de pinturas, pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente, los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.

Pasó el tiempo.

La mayoría de los pozos se llenaron hasta el punto que ya no podían incorporar nada más.

Los pozos no eran todos iguales, así que, si bien algunos se conformaron, otros pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior...

Uno de ellos fue el primero. En lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose.

No pasó mucho tiempo hasta que la idea empezó a ser imitada. Todos los pozos utilizaban gran parte de sus energías para ensancharse para poder hacer más espacio en su interior. Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas que se ensanchaban desmedidamente. Él pensó que si seguían ensanchándose de aquella manera, pronto se confundirían los bordes de los distintos pozos y cada uno perdería su identidad...

Quizás a partir de esa idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia los más profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho. Pronto se dio cuenta de que todo lo que tenía dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Sí quería ser más profundo tenía que vaciarse de todo contenido...

Al principio tuvo miedo al vacío. Pero luego, cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo.

Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, miestras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho...

Un día, algo sorprendió al pozo que crecía hacía adentro. Dentro, muy adentro y muy en el fondo... ¡encontró agua!

Nunca antes otro pozo había encontrado agua.

El pozo superó su sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo sus paredes, salpicando sus bordes y, por último, sacando el agua hacia fuera.

La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa. Así que la tierra que rodeaba al pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar.

Las semillas de sus entrañas brotaron en forma de hierba, de tréboles, de flores y de tronquitos endebles que se convirtieron en árboles después...

La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo, al que empezaron a llamar <>.

Todos le preguntaban cómo había conseguido aquel milagro.

-No es ningún milagro-contestaba el Vergel-. Hay que buscar en el interior, hacia lo profundo.

Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desestimaron la idea cuando se dieron cuenta de que para ser más profundos tenían que vaciarse. Siguieron ensanchándose cada vez más, para llenarse de más y más cosas...

En la otra punta de la ciudad , otro pozo decidió correr también el riesgo de vaciarse...

Y también empezó a profundizar…

Y también llegó al agua...

Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo...

-¿Qué harás cuando se termine el agua? -le preguntaban.

-No sé lo que pasará –contestaba-. Pero, por ahora, cuanta más agua saco, más agua hay.

Pasaron unos meses antes del gran descubrimiento.
Un día, casi por casualidad, los pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma...

Que el río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro.

Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida.

No sólo podían comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente como todos los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto.

Habían descubierto la comunicación profunda que sólo consiguen aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser que tienen para dar...


Jorge Bucay
“Cuentos para pensar”

domingo, 5 de octubre de 2008

Abrazado a la tristeza

Muchas veces suele pasar que oyes canciones y te las aprendes, bien porqué te gusta o simplemente porqué de tantas veces que la oyes al final acabas memorizándola; pero pocas veces nos paramos a escuchar la letra de la canción...

Bueno, el post que os dejo hoy es una canción de “Extrechinato y tu”, que actualmente tiene Fito en su disco “Por la boca vive el pez”.


Espero que os guste.




He salido a la calle abrazado a la tristeza:
vi lo que no mira nadie y me dio vergüenza y pena.
Soledad que te pegas a mi alma
en la dulce soledad de este campo de otoño.
No hay momentos de sosiego.

Rebeldía pura de amores sin amores.
Ilusiones puras y puros conformismos
intentando levantar el espíritu nostálgico
de querer estar contigo y nunca estarlo.

Los llantos desconsolados que estrangulan las gargantas;
los ancianos encorvados: parece que la tierra les llama.
Volverás de vez en cuando a estas tierras agrietadas
y verás de nuevo a quien te ama borracho;
borracho de amores y libertades.
Y también de vinos por olvidarte. Borracho...

Me da pena que se admire el valor en la batalla;
menos mal que con los rifles no se matan las palabras.

Y si surgen saludos y palabras
tal vez notes la dureza de mi estilo
queriendo no herirte en nada,
y en mi soledad sólo herirme yo mismo.

La justicia está arrestada por orden de la avaricia;
el dinero que te salva es el mismo que te asesina.

Y verás sin duda el resurgir poderoso del guerrero
sin miedo a leyes ni a nostalgias
y lo verás caer una y mil veces y levantarse de nuevo,
con la pura bandera de su raza.

Soledad de amores triste y pura,
soledad de amores y locura.

No me des más esperanzas: sé que todo son mentiras;
sacos llenos de agujeros para guardar alegrías.

Y verás sin duda el resurgir poderoso del guerrero
sin miedo a leyes ni a nostalgias
y lo verás caer una y mil veces y levantarse de nuevo,
con la pura bandera de su raza.

Me da pena que se admire el valor en la batalla;
menos mal que con los rifles no se matan las palabras.

Soledad de amores triste y pura,
soledad de amores y locura.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Maestro

"La actitud creativa termina con los lamentos y las excusas. Es calidad de percepción, acción inteligente que nos permite superar los conflictos con la riqueza de alternativas que nos ofrece cada situación. La creatividad despierta el poder que duerme en nuestra imaginación; es osadía, aventura para descubrir y aprender de los cambios; es respuesta hábil, no impotencia explicada o reclamo por lo que nos falta."


Hace años, un supervisor visitó una escuela primaria. En su recorrida observó algo que le llamó poderosamente la atención: una maestra estaba atrincherada atrás de su escritorio, los alumnos hacían gran desorden; el cuadro era caótico.

Decidió presentarse:

- "Permiso, soy el supervisor de turno...¿algún problema?"

- "Estoy abrumada señor, no se qué hacer con estos chicos... No tengo láminas, el Ministerio no me manda material didáctico, no tengo nada nuevo que mostrarles ni qué decirles..."

El supervisor, que era un docente de alma, vió un corcho en el desordenado escritorio. Lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos:

- "¿Qué es esto?"

- "Un corcho señor"- gritaron los alumnos sorprendidos.

- "Bien, ¿De dónde sale el corcho?"

- "De la botella señor. Lo coloca una máquina...", "del alcornoque, de un árbol .... "de la madera...", respondían animosos los niños.

- "¿Y qué se puede hacer con madera?", continuaba entusiasta el docente.

- "Sillas...", "una mesa...", "un barco..."

- "Bien, tenemos un barco. ¿Quién lo dibuja? ¿Quién hace un mapa en el pizarrón y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito? Escriban a qué provincia argentina pertenece. ¿Y cuál es el otro puerto más cercano? ¿A qué país corresponde? ¿Qué poeta conocen que allí nació? ¿Qué produce esta región? ¿Alguien recuerda una canción de este lugar?"- Y comenzó una tarea de geografía, de historia, de música, economía, literatura, religión, etc.

La maestra quedó impresionada. Al terminar la clase le dijo conmovida:
- "Señor, nunca olvidaré lo que me enseñó hoy. Muchas Gracias".

Pasó el tiempo. El supervisor volvió a la escuela y buscó a la maestra. Estaba acurrucada atrás de su escritorio, los alumnos otra vez en total desorden...

- "Señorita...¿Qué pasó? ¿No se acuerda de mí?"

- "Sí señor, ¡cómo olvidarme! Qué suerte que regresó. No encuentro el corcho ¿Dónde lo dejó?"


Enrique Mariscal
"Cuentos para regalar a personas inteligentes"

domingo, 28 de septiembre de 2008

Quiero...

Quiero que me oigas sin juzgarme.

Quiero que opines sin aconsejarme.

Quiero que confíes en mí sin exigirme.

Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí.

Quiero que me cuides sin anularme.

Quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mí.

Quiero que me abraces sin asfixiarme.

Quiero que me animes sin empujarme.

Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí.

Quiero que me protejas sin mentiras.

Quiero que te acerques sin invadirme.

Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten, que las aceptes y no pretendas cambiarlas.

Quiero que sepas…que hoy puedes contar conmigo…

Sin condiciones.

Jorge Bucay
(Cartas para Claudia)

jueves, 25 de septiembre de 2008

Obstáculos en nuestro camino

Hace mucho tiempo, un rey andando de camino, se encontró en medio del mismo con una gran roca obstaculizando un camino. Entonces se escondió y miro para ver si alguien quitaba la tremenda roca.

Algunos de los comerciantes mas adinerados del rey y cortesanos vinieron y simplemente lo dieron una vuelta.

Muchos culparon al rey ruidosamente de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo algo para sacar la piedra grande del camino.

Entonces llegó un campesino, que llevaba una carga de verduras. Al aproximarse a la roca, el campesino puso su carga en el piso y trato de mover la roca a un lado del camino. Después de empujar y fatigarse mucho, logró quitarla del medio.

Mientras recogía su carga de vegetales, el notó una cartera en el piso, justo donde había estado la roca. La cartera contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey indicando que el oro era para la persona que hiciera el esfuerzo de remover la piedra del camino.

El campesino aprendió lo que los otros nunca entendieron. Cada obstáculo presenta una oportunidad para mejorar la condición de uno.

Si alguna vez encuentras dificultades, lucha, esfuérzate. Si te caes, levántate y sigue adelante!

martes, 23 de septiembre de 2008

Las tres rejas

El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa y le dice a éste:

-Maestro, un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia…

-¡Espera!-le interrumpe el filósofo-. ¿Hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?

-¿Las tres rejas?- preguntó el discípulo.

-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?

-No. Lo oí comentar a unos vecinos.

-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja que es la bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguien?

-No, en realidad no. Al contrario.

-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?

-A decir verdad, no.

-Entonces- dijo el sabio sonriendo-, si no es verdad, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.

domingo, 21 de septiembre de 2008

El árbol de los amigos

Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino. Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, mas otras apenas las vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.

Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá y nos muestran lo que es la vida. Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.

Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace felices. Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.

Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca. Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.

El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino. Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Hoy y siempre. Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.

Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada. Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

El paradigma de la riqueza

Un hombre muy rico llevó a su hijo a hacer un recorrido por sus tierras con el propósito de que el hijo, al ver lo pobre que era la gente del campo, comprendiera el valor de las cosas y lo afortunados que eran ellos.

Estuvieron por espacio de todo un día y una noche en una granja de una familia campesina muy humilde.

Al concluir el viaje, y de regreso a casa, el padre le preguntó a su hijo:

- ¿Qué te pareció el viaje?

- Muy bonito, papá.

- ¿Viste qué pobre y necesitada puede ser la gente?

- Sí.

- ¿Y qué aprendiste?

- Vi que nosotros tenemos un perro en casa, y ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina de veinticinco metros, y ellos tienen un riachuelo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta el borde de la casa, el de ellos se pierde en el horizonte. Especialmente, papá, vi que ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia. Tú y mamá tenéis que trabajar todo el tiempo, y casi nunca os veo.

Al terminar el relato, el padre se quedó mudo, y su hijo agregó:

-¡Gracias, papá, por enseñarme lo ricos que podríamos llegar a ser.


“Quizá no seas rico, pero tal vez tengas la posibilidad de gozar de otras riquezas y estar libre de las esclavitudes a que se ven sometidos ciertos ricos” (“Regálame la salud de un cuento”, José Carlos Bermejo)

Síndrome de los veintitantos

Después de muchos días dejando cuentos, hoy os voy a dejar una reflexión que me ha llegado esta mañana por mail…

La llaman la “crisis del cuarto de vida”.

Te empiezas a dar cuenta que tu círculo de amigos es más pequeño que hace unos años.

Te das cuenta de que cada vez es más difícil ver a tus amigos y coordinar horarios por diferentes cuestiones: trabajo, estudios, pareja, etc., y cada vez disfrutas más de esa cervecita que sirve como excusa para charlar un rato.

Las multitudes ya no son “tan divertidas”… a veces hasta te incomodan.

Y extrañas la comodidad del colegio, de los grupos, de socializar con la misma gente de forma constante.

Pero te empiezas a dar cuenta de que mientras algunos eran verdaderos amigos, otros no eran tan especiales después de todo.

Te empiezas a dar cuenta de que algunas personas son egoístas y que, a lo mejor, esos amigos que creías cercanos no son exactamente las mejores personas que has conocido y que la gente con las que has perdido contacto resultan ser amigos de los más importantes para ti.

Ríes con más ganas, pero lloras con menos lágrimas, y con más dolor. Te rompen el corazón y te preguntas cómo esa persona que quisiste tanto te pudo hacer tanto mal.

O quizás te acuestas por las noches y te preguntas por qué no puedes conocer a alguien lo suficientemente interesante como para querer conocerlo mejor.

Parece como si todos los que conoces ya llevan años de novios, y algunos hasta empiezan a casarse. Quizá tú también amas realmente a alguien, pero simplemente no estás seguro si te sientes preparado para comprometerse por el resto de tu vida.

Los ligues y las citas de una noche te empiezan a parecer baratos, y emborracharse y actuar como un idiota empieza a parecerte verdaderamente estúpido.

Salir tres veces por fin de semana resulta agotador y significa mucho dinero para tu pequeño sueldo.

Miras tu trabajo y quizás no estés ni un poco cerca de lo que pensabas que estarías haciendo.

O quizá estés buscando algún trabajo y piensas que tienes que comenzar desde abajo y te da un poco de miedo.

Tratas día a día de empezar a entenderte a ti mismo, sobre lo que quieres y lo que no. Tus opiniones se vuelven más fuertes. Ves lo que los demás están haciendo y te encuentras a ti mismo juzgando un poco más de lo usual porque de repente tienes ciertos lazos en tu vida y añades cosas a tu lista de lo que es aceptable y de lo que no lo es.

A veces te sientes genial e invencible, y otras… te sientes sólo, asustado y confundido.

De repente tratas de aferrarte al pasado, pero te das cuenta de que el pasado cada vez se aleja más y que no hay otra opción que seguir avanzando.

Te preocupas por el futuro, préstamos, dinero… y por hacer una vida para ti. Y mientras ganar la carrera sería grandioso, ahora tan solo quisieras estar compitiendo en ella.

De lo que puede que no te des cuenta es que todos los que estamos leyendo esto nos identificamos con ello. Todos nosotros tenemos “veintitantos” y nos gustaría volver a los 15 algunas veces.

Parece ser un lugar inestable, un camino en tránsito, un desbarajuste en la cabeza… pero TODOS dicen que es la mejor época de nuestras vidas y no tenemos que desaprovecharla por culpa de nuestros miedos.

Dicen que estos tiempos son los cimientos de nuestro futuro.

Parece que fue ayer que teníamos 16… ¿¡Entonces, mañana tendremos 30!? ¿¿¡¡Así de rápido!!??

HAGAMOS VALER NUESTRO TIEMPO… ¡QUE NO SE NOS PASE!

"La vida no se mide por las veces que respiras, sino por aquellos momentos que te dejan sin aliento…"

Cicatrices de amor

Era un caluroso día de verano, un niño decidió ir a nadar en la laguna detrás de su casa. Salió corriendo por la puerta trasera, se tiró al agua y nadaba feliz. No se daba cuenta de que un cocodrilo se le acercaba.

Su mamá, desde la casa, miraba por la ventana y vio con horror lo que sucedía. Enseguida corrió hacia su hijo gritándole lo más fuerte que podía. Oyéndola, el niño se alarmó y giró nadando hacia su mamá. Pero fue demasiado tarde.

Desde el muelle, la mamá agarró al niño por sus brazos justo cuando el caimán le agarraba sus piernecitas. La mujer tiraba de los brazos del niño con todas sus fuerzas. El cocodrilo era más fuerte, pero la mamá era mucho más apasionada, y su amor no la abandonaba.

Un hombre que escuchó los gritos se apresuró hacia el lugar con una pistola y mató al cocodrilo.
El niño sobrevivió y, aunque sus piernas sufrieron bastante, aún pudo llegar a caminar.

Cuando salió del trauma, un periodista le preguntó al niño si quería enseñarle las cicatrices de sus pies. El niño levantó la colcha y se las mostró. Pero entonces, con gran orgullo, se remangó las mangas y, señalando hacia las cicatrices en sus brazos, le dijo:

-Pero las que usted debe ver son éstas.

Eran las marcas de las uñas de su mamá, que habían presionado con fuerza en sus brazos.

-Las tengo porque mamá no me soltó y me salvo la vida.

martes, 9 de septiembre de 2008

Los niños estaban solos

Su madre se había marchado por la mañana temprano y los había dejado al cuidado de Marina, una joven de dieciocho años a la que a veces contrataba por unas horas para hacerse cargo de ellos a cambio de unos pocos pesos. Desde que el padre había muerto, los tiempo eran demasiado duros como para arriesgar el trabajo faltando cada vez que la abuela se enfermara o se ausentara de la cuidad.

Cuando el novio de la jovencita llamó para invitarla a un paseo en su coche nuevo, Marina no dudó demasiado. Después de todo, los niños estaban durmiendo como cada tarde, y no se despertarían hasta la cinco.

Apenas escuchó la bocina cogió el bolso y descolgó el teléfono. Tomó la precaución de cerrar la puerta del cuarto y se guardó la llave en el bolsillo. Ella no quería arriesgarse a que Pancho se despertara y bajara las escaleras para buscarla, porque después de todo tenía sólo seis años y en un descuido podía tropezar y lastimarse. Además, pensó, si eso sucediera, ¿cómo le explicaría a la madre que el niño no la había encontrado?

Quizás fue un cortocircuito en el televisor encendido o en alguna de las luces de la sala, o tal vez una chispa del hogar de leña; el caso es que cuando las cortinas empezaron a arder el fuego rápidamente alcanzó la escalera de madera que conducía a los dormitorios.

La tos del bebé debido al humo que se filtraba por debajo de la puerta lo despertó. Sin pensar, Pancho saltó de la cama y forcejeó con el picaporte para abrir la puerta pero no pudo.

De todos modos, si lo hubiera conseguido, él y su hermano de meses hubieran sido devorados por las llamas en pocos minutos. Pancho gritó llamando a Marina, pero nadie le contestó su llamada de auxilio. Así que corrió al teléfono que había en el cuarto (él sabía como marcar el número de su mamá) pero no había línea.

Pancho se dio cuenta que debía sacar a su hermanito de allí. Intentó abrir la ventana que daba a la cornisa, pero era imposible para sus pequeñas manos destrabar el seguro y aunque lo hubiera conseguido aún debía soltar la malla de alambre que sus padres habían instalado como protección.

Cuando los bomberos terminaron de apagar el incendio, el tema de conversación de todos era el mismo:“¿Cómo pudo ese niño pequeño romper el vidrio y luego el enrejado con el perchero? ¿Cómo pudo cargar al bebé en la mochila? ¿Cómo pudo caminar por la cornisa con semejante peso y bajar por el árbol? ¿Cómo pudo salvar su vida y la de su hermano? “

El viejo jefe de bomberos, hombre sabio y respetado les dio la respuesta:-Panchito estaba solo... No tenía a nadie que le dijera que no iba a poder.

JORGE BUCAY

viernes, 5 de septiembre de 2008

Obstáculos



AUTOR: Jorge Bucay (Cuentos para pensar)

Este texto que reproduzco aquí no es en realidad un cuento, sino más bien una meditación guiada, diseñada en forma de ensueño dirigido, para explorar las verdaderas razones de algunos de nuestros fracasos. Me permito sugerirte que lo leas lentamente, intentando detenerte unos instantes en cada frase, visualizándote en cada situación.

Voy andando por un sendero.

Dejo que mis pies me lleven.

Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se recorte la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae.

Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad.Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos.

Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa.

Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso.Temo... dudo.

Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto... Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.

Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un abismo que detiene mi camino.Me detengo. Imposible saltarlo.

Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos... Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo... y resisto.

Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado... descubro el muro. Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños...

Me siento abatido... Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca... No dejaré que el muro impida mi paso.

Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire... De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad.

Me recuerda a mí mismo... cuando era niño.

Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?

El niño se encoge de hombros y me contesta: -¿Por qué me lo preguntas a mí? Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras... Los obstáculos los trajiste tú.

jueves, 28 de agosto de 2008

El buscador

Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador...

Un buscador es alguien que busca; no necesariamente alguien que encuentra.

Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Había aprendido a hacer caso riguroso de estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo. Así que lo dejó todo y partió.

Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó, a lo lejos, Kammir, Un poco antes de llegar al pueblo, le llamó mucho la atención una colina a la derecha del sendero. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores. La rodeaba por completo una especie de pequeña valla de madera lustrada.

Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.

De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquél lugar.

El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.

Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de aquel paraíso multicolor.
Sus ojos eran los de un buscador, y quizá por eso descubrió aquella inscripción sobre una de las piedras:

Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que aquella piedra no era simplemente una piedra: era una lápida.

Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en aquel lugar.

Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla. Decía:

Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas

El buscador se sintió terriblemente conmocionado.

Aquel hermoso lugar era un cementerio, y cada piedra era una tumba.

Una por una, empezó a leer las lápidas.

Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.
Pero lo que lo conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años...

Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio pasaba por allí y se acercó.

Lo miró llorar durante un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

-No, por ningún familiar —dijo el buscador—. ¿Qué pasa en este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué hay tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que les ha obligado a construir un cementerio de niños?

El anciano sonrió y dijo: - Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré...:

"Cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, para que se la cuelgue al cuello. Es tradición entre nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: A la izquierda, qué fue lo disfrutado. A la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.

Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media...? Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso... ¿Cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana? ¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo...? ¿Y la boda de los amigos? ¿Y el viaje más deseado? ¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano? ¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones? ¿Horas? ¿Días?

Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos... Cada momento.
Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es para nosotros el único y verdadero tiempo vivido. "


“Cuentos para pensar”
Jorge Bucay

lunes, 25 de agosto de 2008

La búsqueda de la felicidad

En cierta ocasión se reunieron todos los antiguos dioses y decidieron crear al hombre y la mujer; planearon hacerlo a su imagen y semejanza, entonces uno de ellos dijo:

“Esperen, si lo vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra, debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de no ser así, estaremos creando nuevos dioses. Debemos quitarles algo, pero, ¿qué les quitamos?”

Después de mucho pensar uno de ellos dijo: “Ah!! Ya sé!, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser donde esconderla para que no la encuentren jamás.”

Propuso el primero: “Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo.”

A lo que inmediatamente repuso otro: “No, recuerda que les dimos fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está.”

Otro dijo: “Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra”. Y le dijeron: “No, recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien construirá una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la descubrirán, y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros”.

El último de ellos, era un Dios que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás dioses, analizó en silencio cada una de ellas y entonces rompió el silencio y dijo: “Creo saber donde ponerla para que realmente nunca la encuentren.”

Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono: “¿Dónde?”

“La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que no la encontrarán.”

Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo...

jueves, 21 de agosto de 2008

La leyenda del Arco Iris

Cuentan que hace mucho tiempo los colores empezaron a pelearse. Cada uno proclamaba que él era el más importante, el más útil, el favorito.

El verde dijo: “Sin duda, yo soy el más importante. Soy el signo de la vida y la esperanza. Me han escogido para la hierba, los árboles, las hojas. Sin mí todos los animales morirían. Mirad alrededor y veréis que estoy en la mayoría de las cosas”.

El azul interrumpió: “Tú sólo piensas en la tierra, pero considera el cielo y el mar. El agua es la base de la Vida y son las nubes las que la absorben del mar azul. El cielo da espacio, y paz y serenidad. Sin mi paz no seríais más que aficionados”.

El amarillo soltó una risita: “¡Vosotros sois tan serios! Yo traigo al mundo risas, alegría y calor. El sol es amarillo, la luna es amarilla, las estrellas son amarillas. Cada vez que miráis a un girasol, el mundo entero comienza a sonreír. Sin mí no habría alegría”.

A continuación tornó la palabra el naranja: “Yo soy el color de la salud y de la fuerza. Puedo ser poco frecuente pero soy precioso para las necesidades internas de la vida humana. Yo transporto las vitaminas más importantes. Pensad en las zanahorias, las calabazas, las naranjas, los mangos y papayas. No estoy, todo el tiempo dando vueltas, pero cuando coloreo el cielo en el amanecer o en el crepúsculo mi belleza es tan impresionante que nadie piensa en vosotros”.

El rojo no podía contenerse por más tiempo y saltó: “yo soy el color del valor y del peligro. Estoy dispuesto a luchar por una causa. Traigo fuego a la sangre. Sin mí la tierra estaría vacía como la luna. Soy el color de la pasión y del amor; de la rosa roja, la flor de pascua y la amapola”.

El púrpura enrojeció con toda su fuerza. Era muy alto y habló con gran pompa: “Soy el color de la realeza y del poder. Reyes, jefes de Estado, obispos, me han escogido siempre, porque el signo de la autoridad y de la sabiduría. La gente no me cuestiona; me escucha y me obedece”.

El añil habló mucho más tranquilamente que los otros, pero con igual determinación: “Pensad en mí. Soy el color del silencio. Raramente repararéis en mí, pero sin mí todos seríais superficiales. Represento el pensamiento y la reflexión, el crepúsculo y las aguas profundas. Me necesitáis para el equilibrio y el contraste, la oración y la paz interior”.

Así fue cómo los colores estuvieron presumiendo, cada uno convencido de que él era el mejor. De repente, apareció un resplandor de luz blanca y brillante. Había relámpagos que retumbaban con estrépito. La lluvia empezó a caer a cántaros, implacablemente. Los colores comenzaron a acurrucarse con miedo, acercándose unos a otros buscando protección.

La lluvia habló: “Estáis locos, colores, luchando contra vosotros mismos, intentando cada uno dominar al resto. ¿No sabéis que cada uno fue hecho para un propósito especial único y diferente? Cogeos de las manos y venid conmigo”. La lluvia continuo: “ de ahora en adelante cuando llueva os uniréis y cruzareis el cielo formando un gran arco de color como recuerdo que todos podemos vivir en paz”.
Related Posts with Thumbnails