sábado, 28 de febrero de 2009

Educar

Hace algún tiempo, escribí un post en el que se hablaba de “las funciones del maestro”… Bueno, pues después de estar en un cole, como maestra en prácticas, durante casi dos meses, me he dado cuenta de que todas esas “funciones” son 100% ciertas, y aún faltarían algunas…

Como volver a nombrarlas sería un poco repetitivo, os dejo algunas citas que reflejan el verdadero significado de la educación. Espero que si algún maestro/a (o futuro maestro/a) lee este post, reflexione, y se de cuenta de la labor tan importante que realiza.

  • Educar a un joven no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía. John Ruskin

  • Educar en la igualdad y el respecto es educar contra la violencia. Benjamín Franklin

  • El arte supremo del maestro es despertar el placer de la expresión creativa y el conocimiento. Albert Einstein

  • El buen maestro hace que el mal estudiante se convierta en bueno y el buen estudiante en superior. Maruja Torres

  • El educador mediocre habla. El buen educador explica. El educador superior demuestra. El gran educador inspira. William Arthur Ward

  • El principio de la educación es predicar con el ejemplo. Turgot

  • El hombre que hace que las cosas difíciles parezcan fáciles es el educador. Ralph Waldo Emerson

  • El maestro que intenta enseñar sin inspirar en el alumno el deseo de aprender está tratando de forjar un hierro frío. Horace Greeley

  • El que no quiera responsabilizarse del mundo que no eduque. Joan Carles Mèlich

  • Enseñar es aprender dos veces. Joseph Joubert

  • Lo peor es educar por métodos basados en el temor, la fuerza, la autoridad, porque se destruye la sinceridad y la confianza, y sólo se consigue una falsa sumisión. Albert Einstein

  • Los educadores son artistas. La educación es una obra de arte. Octavi Fullat Genís

  • El niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender. Michel de Montaigne

jueves, 26 de febrero de 2009

El barbero

Un hombre fue a una barbería a cortarse el cabello y entabló una conversación con la persona que le atendió. De pronto, tocaron el tema de Dios.

El barbero dijo: Yo no creo que Dios exista, como usted dice.

¿Por qué dice usted eso? - preguntó el cliente.

- Es muy fácil, al salir a la calle se da cuenta de que Dios no existe. O... dígame, acaso si Dios existiera, ¿habría tantos enfermos? ¿Habría niños abandonados? Si Dios existiera no habría sufrimiento ni tanto dolor para la humanidad. No puedo pensar que exista un Dios que permita todas estas cosas.

El cliente se quedó pensando, y no quiso responder para evitar una discusión.

Al terminar su trabajo, el cliente salió del negocio y vio a un hombre con la barba y el cabello largo. Entró de nuevo a la barbería y le dijo al barbero:

- ¿Sabe una cosa? Los barberos no existen.

- ¿Cómo? Si aquí estoy yo.

-¡No...! -dijo el cliente, no existen, si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese hombre.

- Los barberos si existen, es que esas personas no vienen hacia mi.

- ¡Exacto...!- dijo el cliente. Ese es el punto. Dios sí existe, lo que pasa es que las personas no van hacia él y no le buscan, por eso hay tanto dolor y miseria.

lunes, 23 de febrero de 2009

Quien fuera...

Hoy os dejo una canción de Silvio Rodríguez…espero que os guste tanto como a mi.



Estoy buscando una palabra
en el umbral de tu misterio.
¿Quién fuera Alí Babá?
¿Quién fuera el mítico Simbad?
¿Quién fuera un poderoso sortilegio?
¿Quién fuera encantador?

Estoy buscando una escafandra,
al pie del mar de los delirios.
¿Quién fuera Jacques Costeau?
¿Quién fuera Nemo, el capitán?
¿Quién fuera el batiscafo de tu abismo?
¿Quién fuera explorador?

Corazón oscuro,
corazón con muros,
corazón que se esconde,
corazón que está dónde,
corazón en fuga,
herido de dudasde amor.

Estoy buscando melodía
para tener como llamarte.
¿Quién fuera ruiseñor?
¿Quién fuera Lennon y McCartney,
Sindo Garay, Violeta, Chico Buarque?
¿Quién fuera tu trovador?

sábado, 21 de febrero de 2009

El pescador y el banquero

Un banquero de inversión americano estaba en el muelle de un pueblecito mexicano cuando llegó un botecito con un solo pescador. Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño. El americano elogió al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó:

- ¿Cuánto tiempo le costó pescarlos?

El mexicano respondió:

- Muy poco tiempo

El americano le volvió a preguntar:

- ¿Por qué no permaneces más tiempo y sacas más pescado?

El mexicano dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia.

- Pero, ¿qué haces con el resto de tu tiempo? -añadió el americano.

- Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, me hecho la siesta, voy todas las noches al pueblo a tomar unos vinos y toco la guitarra con mis amigos -respondió el mexicano. El americano replicó:

- Soy un banquero de Harbad y podría ayudarte. Te explico...Verás: deberías gastar más tiempo en la pesca, con los ingresos comprar un bote más grande, con los ingresos del bote más grande podrías comprar varios botes; eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías hacer directamente a un procesador; eventualmente abrir tu propia procesadora. Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Deberías salir de este pueblo e irte a Ciudad de México; luego, a los Ángeles y, eventualmente, a Nueva York, donde manejarías tu empresa de expansión.

El pescador mexicano preguntó:

- Pero, ¿cuánto tiempo tarda todo eso?

A lo cual respondió el americano:

- Entre 15 y 20 años.

- ¿Y luego qué?

El americano se rió y dijo que esa era la mejor parte: - Cuando llegue la hora deberías anunciar una Oferta Inicial de Acciones y vender las de tu empresa al público. Te volverás rico: ¡Tendrás millones!

- Millones... ¿y luego qué?

El americano dijo:

- Luego te puedes retirar: te vas a un pueblecito en la costa donde puedas dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, echar una siesta, ir todas las noches al pueblo a tomar unos vinos y tocar la guitarra con tus amigos.

- Pero... ¿qué cree que hago ahora?

sábado, 7 de febrero de 2009

Un alto en el camino

En un lejano país hubo una vez una época de gran pobreza, donde sólo algunos ricos podían vivir sin problemas.

Tres familias ricas hicieron un viaje y juntos llegaron a una aldea donde la pobreza era extrema. Era tal su situación de pobreza que las tres familias ricas reaccionaron de inmediato ante aquella difícil situación.

La primera familia no pudo soportar ver aquello, así que tomó todo el oro y las joyas que llevaban, que eran muchas, y los repartió sin quedarse, nada entre las gentes del campo. A todos ellos deseó la mejor de las suertes, y partieron.

La segunda familia, al ver su desesperada situación, paró con todos sus sirvientes, y quedándose lo justo para llegar a su destino, entregó a aquellos hombres toda su comida y bebida, pues veía que el dinero de poco les serviría. Se aseguró de que cada uno recibiera su parte y tuvieran comida para cierto tiempo, y se despidió.

La tercera familia, al ver aquella pobreza, aceleró y pasó de largo, sin siquiera detenerse.
Los otros ricos, mientras iban juntos por el camino, comentaban su poca decencia y su falta de solidaridad. “Menos mal que nosotros somos generosos y hemos ayudado a esos pobres…” Decían entre ellos.

Tres días después, se cruzaron con la tercera familia rica, que viajaba ahora en la dirección opuesta. Se dirigía otra vez a aquella aldea, y llevaba aperos de labranza, herramientas y sacos de distintas semillas y grano. Volvía para ayudar a la aldea contra la pobreza.

Y eso, que ocurrió hace tanto, seguimos viéndolo hoy. Hay gente generosa, aunque da sólo para que se vea lo mucho que dan, y no quieren saber nada de quien lo recibe. Otros, también generosos, tratan de ayudar realmente a quienes les rodean, pero sólo para sentirse mejor por haber obrado bien. Y hay otros, los mejores, a quienes no les importa mucho lo que piense el resto de generosos, ni dan de forma ostentosa, pero se preocupan de verdad por mejorar la vida de aquellos a quienes ayudan, y dan mucho de algo que vale mucho más que el dinero: su tiempo, su ilusión y sus vidas.¡Aún estamos a tiempo de cambiar al grupo bueno!

miércoles, 4 de febrero de 2009

Mi paquete de galletas

Una noche estaba una mujer en un aeropuerto esperando varias horas antes de que partiera su próximo vuelo. Mientras esperaba compró un libro y un paquete de galletas para pasar el tiempo.

Buscó un asiento y se sentó a esperar. Estaba muy absorta leyendo su libro, cuando de repente notó que el joven que se había sentado a su lado estiraba la mano, con mucha frescura agarraba despreocupadamente del paquete de galletas que estaba entre ellos y comenzaba a comérselas, una a una. No queriendo hacer una escena ella trató de ignorarlo.

Un poco molesta la señora comía las galletas y miraba el reloj, mientras que el joven ladrón de galletas, sin vergüenza casi también se las estaba acabando.

La señora se empezó a irritar más y pensó para sí misma:

"Si no fuese yo tan buena y educada, ya le hubiera dejado un moretón en el ojo a este atrevido"
Cada vez que ella comía una galleta, él también comía otra. El diálogo de sus miradas continuó y cuando sólo quedaba una, se preguntó que haría él.

Con suavidad y con una sonrisa nerviosa, el joven alargó la mano, tomó la última galleta, la partió en dos y le ofreció una mitad a la señora mientras él comía la otra mitad.

Ella tomó la media galleta bruscamente de su mano y pensó:

¡Qué hombre más insolente! ¡Qué mal educado! ¡Ni siquiera me dio las gracias!

"Nunca antes había conocido a alguien tan fresco..."

Suspiró con ansias cuando su vuelo fue anunciado. Tomó sus maletas y se dirigió a la puerta de embarque rehusándose a mirar en dirección donde estaba sentado aquel ladrón ingrato.

Después de haber abordado el avión y estar sentada confortablemente, buscó otra vez su libro que ya casi había terminado de leer.

Al buscar su libro dentro su bolsa se quedó totalmente sorprendida cuando encontró su paquete de galletas casi intacto.

"Si mis galletas están aquí, ella pensó muy asombrada, las otras eran suyas, y él trató de compartirlas conmigo."

Demasiado tarde para pedirle disculpas al joven, se dio cuenta con mucho pesar, que ella había sido la insolente, la mal educada, la ladrona… y no él.
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