lunes, 16 de junio de 2008

Un perchero para los problemas

Después de algunas semanas sin escribir, por fin he tenido un ratito para dejaros un cuento. Espero que os guste.


Uno de los peones que había contratado para reformar el local que me había comprado, acababa de finalizar un duro día de trabajo. Su viejo coche se negaba a arrancar y me ofrecí a llevarlo a casa; me dio las gracias y se sentó silencioso.

Una vez que llegamos a una pequeña casa en las afueras, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos.

Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su serio semblante estaba pleno de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Después me acompaño hasta el coche.

Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunte acerca de lo que le había visto hacer un rato antes.

“Oh, ese es mi perchero de problemas”, contestó. “Se que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego por la mañana los recojo otra vez. Lo curioso es (dijo sonriendo), que cuando salgo por la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.”

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