miércoles, 16 de julio de 2008

Regalos para el Maharajá

Una vez un maharajá, que tenía fama de ser muy sabio, cumplía 100 años. El acontecimiento fue recibido con gran alegría, ya que todos querían mucho al gobernante. En el palacio se organizó una gran fiesta para esa noche y se invitaron a poderosos señores del reino y de otros países.

El día llegó y una montaña de regalos se amontonó en la entrada del salón, donde el maharajá iba a saludar a sus invitados.

Durante la cena, el maharajá pidió a sus sirvientes que separaran los regalos en dos grupos: los que tenían remitente y los que no se sabía quién los había enviado.

A los postres, el rey mandó traer todos los regalos en sus dos montañas. Una de cientos de grandes y costosos regalos y otra más pequeña, de una decena de presentes.

El maharajá comenzó a tomar regalo por regalo de la primera montaña y fue llamando a los que habían enviado los regalos. A cada uno lo hacía subir al trono y le decía:

-Te agradezco tu regalo, te lo devuelvo y estamos como antes - y le devolvía el regalo, no importaba cuál fuera...Cuando terminó con esa pila, se acercó a la otra montaña de regalos y dijo:

-Estos regalos no tienen remitente. Estos sí los voy a aceptar, porque estos no me obligan a nada, y a mi edad, no es bueno contraer deudas.

Cada vez que recibamos algo, puede estar en nuestro ánimo o en el del otro transformar ese dar en una deuda. Si fuera así, sería mejor no recibir nada. Pero si somos capaces de dar sin esperar pagos y de recibir sin sentir obligaciones, entonces puedes dar o no, recibir o no, pero jamás quedaremos endeudados. Y, lo más importante, nunca nadie dejará de pagarnos lo que nos debe, porque jamás nadie nos deberá nada.

“Déjame que te cuente”
(Jorge Bucay)

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