viernes, 23 de octubre de 2009

Una historia china: el caballo

Una historia china habla de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas.

Cuando sus vecinos deploraron la mala suerte que había tenido al perder el caballo, él les respondió:

-¿Buena suerte?, ¿mala suerte? ¿Quién sabe?

Una semana después, el caballo regresó trayendo consigo una manada de caballos salvajes.
Entonces sus vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte, y éste les respondió:

-¿Buena suerte?, ¿mala suerte? ¿Quién sabe?

Cuando el hijo del labrador intentó domar a uno de aquellos caballos salvajes, se cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir:

-¿Buena suerte?, ¿mala suerte? ¿Quién sabe?

Unas semanas mas tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones.

Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota, lo dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte?, ¿mala suerte? ¿Quién sabe?


Para reflexionar…
¿Suelo tender a ver las cosas en positivo o en negativo?
¿Alguna “desgracia” en mi vida se ha convertido en “oportunidad”?

miércoles, 7 de octubre de 2009

Una competición de sapos

El objetivo era llegar a lo alto de una gran torre.

Había en el lugar una enorme multitud de gente dispuesta a vibrar y gritar por ellos

Comenzó la competición.

Pero como la multitud no creía que pudieran alcanzar la cima de aquella torre, lo que más se escuchaba era:

-¡Qué pena! Esos sapos no lo van a conseguir, no lo van a conseguir…

Los sapitos comenzaron a desistir.

Pero había uno que persistía y continuaba subiendo en busca de la cima.

La multitud seguía gritando:

-¡Qué pena, no lo van a conseguir!

Y los sapitos estaban ya dándose por vencidos…salvo aquel sapito, que seguía y seguía tranquilo, y ahora cada vez más con más fuerza.

Ya llegando el final de la competición, todos desistieron, menos ese sapito, que curiosamente, en contra de todos, seguía y pudo llegar a la cima con todo su esfuerzo.

Los otros querían saber qué le había pasado.

Un sapito fue a preguntarle cómo había conseguido concluir la prueba.

Y descubrieron que… ¡era sordo!


Para reflexionar…

¿Consigo “hacerme el sordo” cuando intentan desanimarme?

¿Desanimo a otros en el deseo de alcanzar sus propósitos?

¿Refuerzo lo positivo o subrayo lo negativo?

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