miércoles, 10 de septiembre de 2008

El paradigma de la riqueza

Un hombre muy rico llevó a su hijo a hacer un recorrido por sus tierras con el propósito de que el hijo, al ver lo pobre que era la gente del campo, comprendiera el valor de las cosas y lo afortunados que eran ellos.

Estuvieron por espacio de todo un día y una noche en una granja de una familia campesina muy humilde.

Al concluir el viaje, y de regreso a casa, el padre le preguntó a su hijo:

- ¿Qué te pareció el viaje?

- Muy bonito, papá.

- ¿Viste qué pobre y necesitada puede ser la gente?

- Sí.

- ¿Y qué aprendiste?

- Vi que nosotros tenemos un perro en casa, y ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina de veinticinco metros, y ellos tienen un riachuelo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta el borde de la casa, el de ellos se pierde en el horizonte. Especialmente, papá, vi que ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia. Tú y mamá tenéis que trabajar todo el tiempo, y casi nunca os veo.

Al terminar el relato, el padre se quedó mudo, y su hijo agregó:

-¡Gracias, papá, por enseñarme lo ricos que podríamos llegar a ser.


“Quizá no seas rico, pero tal vez tengas la posibilidad de gozar de otras riquezas y estar libre de las esclavitudes a que se ven sometidos ciertos ricos” (“Regálame la salud de un cuento”, José Carlos Bermejo)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente. Que triste es entender esto un poco tarde en la vida.

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